Como una pintura nos iremos borrando,
como una flor
hemos de secarnos
sobre la tierra,
cual ropaje de plumas
del quetzal, del zacuán,
del azulejo, iremos pereciendo.
Iremos a su casa.
Llegó hasta acá,
anda ondulando la tristeza
de los que viven ya en el interior de ella…
No se les llore en vano
a Αguilas y Tigres…
Aquí iremos desapareciendo:
¡nadie ha de quedar!
Príncipes, pensadlo,
oh Αguilas y Tigres:
pudiera ser jade,
pudiera ser oro,
también allá irán donde están los descorporizados.
Iremos desapareciendo:
¡nadie ha de quedar!